Restaurante Silana

Plato típico de la zona. Se trata de ravioli rellenos de patatas y queso. Hechos a mano con forma de medialuna y una cocción con parecida a una espiga de grano.

Durante la cosecha de las patatas, aquellas que se partían durante la extracción y debido a que podían pudrirse en poco tiempo, se empleaban para realizar diversos platos, entre los cuales estaban los culurgiones, pudiéndose así consumir rápidamente. El queso empleado, únicamente de cabra y/o de oveja era sobre todo curado, ya que permitía a esta pasta fresca el conservarse con mayor facilidad durante varios días.

Espaguetis envueltos de queso de oveja (también con queso de cabra) fresco, de hasta 2 días y ligeramente ácido.

Este plato se prepara desde los años 50 durante la esquila.

En esta ocasión de gran celebración que incluye a muchos grupos de personas, familia, amigos… acabada la esquila, se come en el campo. Plato rápido y abundante. En grandes ollas de coción se prepara una pasta que se escurre y a continuación se añade queso fresco en abundancia. Cuando este último se funde, envolviendo la masa, crea una amalgama única.

Literalmente “Fabes con Lardo” es un plato típico de invierno, tanto por su cantidad como por estar vinculado a la época de la matanza del cerdo. Se meten judías en agua la noche anterior para hidratarlas. Al día después, cuando se come este delicioso plato, se pone la cabeza del cerdo y unos trozos de tocino en una olla con agua. Se deja hervir durante una hora aproximadamente, se añaden las fabes, las patatas con chaqueta y cebolla cortadas por la mitad. Hoy a esta receta se añaden otras verduras, como zanahorias, hinojo, etc. ¡Solo le falta probarlo!

Patatas asadas en cenizas con ricotta salado: un auténtico regalo de la antigüedad. Antes, todos los campesinos tenían una huerta donde sembraban patatas y casi todas las familias tenían cabras u ovejas. Primero se colocaban las patatas (con la piel) debajo de las cenizas. Se trata de una costumbre del pasado: el plato había que consumirlo directamente en la huerta, durante la cosecha manual, para comprobar la calidad de la verdura y, posiblemente, para agradecer por la buena cosecha. Imagínese una “pausa para comer” en la que no había que esperar que sonara la campana, sino que el único llamado era el rugir de su estómago.

Los campesinos hacían un hoyo en la huerta, encendían el fuego, colocaban las patatas debajo de las cenizas, las pelaban y las comían al estilo parrilla “s’errescottu saliu”.

El plato se consume incluso hoy en día y no solo una vez, a diferencia de antes.