El Gran Cañón de Cerdeña

La Garganta de Gorropu se encuentra en el Parque Nacional de la Bahía de Orosei y del Gennargentu, en el kilómetro 125 de la autopista 183, en Ogliastra, en la parte de Supramonte limítrofe entre los territorios de Orgosolo y de Urzulei.

Esta garganta natural y dramática tiene una profundidad de 500 m y una amplitud de entre 4 y 10 metros.

Su formación se debe al río Flumineddu que, en la época de su máximo cauce, provocaba la erosión de la zona y pulía las rocas para crear este monumento único de la naturaleza.

 

Cómo llegar a Gorropu

de Urzulei en el pueblo de Genna Silana: este es el acceso más fácil, recorriendo un tramo de aproximadamente 12 km, envuelto en el verdor de la naturaleza. Si cuenta con el equipamiento necesario, la caminata es muy agradable y amena:

 

de Dorgali: tiene que llegar al puente de S’abba Arva, pasar por el valle de Oddoene y seguir a pie rodeado de las murallas calcáreas del Monte Oddeu y el murmullo del río Flumineddu: en unas dos horas llegará al destino

 

Aquí se encuentra la entrada a la Garganta, uno de los cañones más espectaculares y altos de Europa.

Toda la zona está repleta de pequeñas cascadas y laguillos de un color azul celeste impresionante. Los expertos podrán dar un paso más hacia la aventura, cruzando puentes colgantes de cuerda a 200 m de altura.

Durante la caminata podrá tomar un descanso en una de las numerosas áreas designadas y charlar con otros excursionistas. El microclima de esta formación en particular es especialmente favorecedor para algunas especies de animales como el tritón sardo, también conocido como “euprotto”, el rarísimo geotritón sardo u otras antiguas especies de anfibios endémicos, por ejemplo, la culebra de collar, una serpiente inofensiva que en Europa puede alcanzar incluso 2 m de longitud. Son comunes los avistamientos de muflones, liebres, zorros, erizos y jabalíes que viven en la zona.

Independientemente de la ruta que elija seguir, siempre es recomendable llevar ropa y calzado cómodos, algo de agua y comida… del resto se encargará la naturaleza.

Después de una jornada de caminar entre acantilados, no hay nada mejor que darse un homenaje con una exquisita cena típica en uno de los restaurantes locales, ¡pregúntanos dónde!


 

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